Heya Peek - Oitekaze-beya por Mark Buckton El establo de Oitekaze está en el límite norte de Tokio. Justo en el límite que separa Adachi-ku (Tokio) y la provincia de Saitama, muy cercano al pueblo de Soka, famoso por su delicioso “sembei”, y justo al este de Yatsuka. En 2007, Oitekaze es el hogar del maegashira Georgiano, y ex komusubi Kokkai, Daishodai, como solía llamarse el ahora Daishoyama, y por supuesto el nuevo rikishi Americano-Japones bajo el nombre de Daishoyu, hijo del DJ de radio Inter Marvin Dangerfiel y ex rikishi amateur en la misma Adachi-ku. (NR: Para los seguidores de todo aquello extranjero en el sumo- Daishoyu no habla inglés. Un muy buen muchacho, pero no muy cómodo con el idioma de Eikoku) Quizás el mas famoso de los retirados de Oitekaze sea Hayateumi. Después de salir del NSK, el sumo es un lugar menos “complicado” con su historia ya relegada a los libros de records. La estación mas cercana es Yatsuka que está en la línea Tobu Isesaki, con dirección al norte de Tokio, a un poco menos de una hora desde la estación Ryogoku. Agrega otros 20 minutos y puedes entender la distancia entre ambos lugares. Desde la salida este de la estación, al frente del famoso Nikko Kaido y a través de un área típicamente de suburbio japones, calles con uno que otro templo, justo al lado de viejos y olvidados “pachinkos”, además de una docena de tiendas que de seguro han vivido épocas mejores. Pasando debajo de un pequeño puente, cerca de un templo sin mucha importancia (aquí es cuando Stephen King diría “y en algún lugar, un perro ladró) el establo aparece, justo al frente de un sitio en construcción. Fácil de reconocer debido a su fachada de concreto, y unas grandes ventanas que dejan ver la construcción que se lleva a cargo dentro, Oitekaze – establo del que alguna vez fuera maegashira 2, Daishoyama- el líder de un grupo de 15 jóvenes rikishi. Solo después de acercarse lo suficiente se puede ver la puerta, a pesar de que el ojo experto puede descubrir sin problemas el mawashi colgado en la reja, y el típico paisaje de maltratadas bicicletas frente al establo. El establo es una edificio de cemento, y de las 35 y tantas heyas que he tenido el privilegio de visitar hasta ahora, es definitivamente la más abierta de todas- en términos de permisos para tener acceso a ver las practicas. Entrar es quizás un privilegio de pocos, pero de todas formas no fue posible ver a nadie ajeno al establo en la entrada, a pesar de que si vi una que otra persona dando un vistazo a través de las ventanas para ver que pasaba con el asageiko. La mayoría de los rikishi vive en la parte superior, con el único sekitori viviendo en un pequeño espacio de unos 8 tatami, adyacente al área común, a la distancia de unos pocos gritos, tal como lo probó varias veces durante la entrevista. El piso superior está reservado para la familia del oyakata. El tamaño del keikoba es comparable al de Tamanoi-beya, que está un par de kilómetros al sureste de la ciudad. Con mucho lugar para caminar alrededor, hacer elongaciones y otros ejercicios. El casi obligatorio altar Shinto, esta en el muro trasero, en la misma linea de las ventanas cercanas a donde el oyakata y los visitantes observan, detrás de la puerta de la cocina – saliendo al final del pasillo que cruza la casa- - aquel decorado con mawashi y viejas bicicletas que ya mencioné anteriormente. Un poco alejada del paso peatonal para poder dejar espacio para estacionar vehículos, el establo es un lugar fácil de no encontrar, y cuando las cortinas están bajas y no hay vehículos estacionados, es simple pasar sin reconocerla. En términos de ética de trabajo, me sorprendió el esfuerzo puesto por cada uno de los rikishi. Quizás soslo Kitanoumi-beya, Kasugano-beya y Musashigawa-beya sean las únicas que estén cerca o quizás superen a Oitekaze, pero de todas formas no pude ver rikishis perdiendo el tiempo, y si quizás hubo algo yo solo me lo perdí. Tengo que admitir que no es un establo fácil de encontrar para aquellos fans visitando o que no estén acostumbrados al norte de Tokio, pero de todas maneras es uno donde se trabaja duro, los rikishi son amistosos y nos dieron la bienvenida tan bien como en cualquier otro lugar. Deben haber unos 10 kilómetros entre este establo y el resto en Ryogoku, pero las cosas son diferentes aquí en Oitekaze – duro cuando se requiere y relajado cuando es necesario- este es uno de esos lugares a los que seguramente visitaré muy pronto otra vez. Sumo Fan Magazine Home |
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